Surgido en pleno apogeo de las aventuras gráficas, el jueguito point and click que hoy rescatamos, supo conocer un pasado tormentoso, al igual que su protagonista quien ni bien empieza la aventura, sufre nada menos que dos accidentes aéreos al hilo.

La primer versión de Beneath a Steel Sky dejó boquiabiertos a los usuarios de la Commodore Amiga, allá por el año 1994, no tanto por las bondades gráficas del programa, -que eran indiscutibles- sino porque para llevárselo a casita había que conseguir nada menos que 15 disquitos de 3½ lo que incluía no solo tener que borrar todos nuestros disquettes con demos checas, sino hacerse de la paciencia necesaria para intentar copiarlos a sabiendas que tarde o temprano uno de esos pequeños bastardos iba a empezar a hacer sonar nuestra disquetera como matraca de comparsa.
Para todos los que no vivieron esa época, esta era una señal inequívoca de que minutos más tarde estaríamos apretujados en el bondi, en plena hora pico, para ir a reclamarle a nuestro dealer de fichines preferido que otra vez nos estaba cagando. Este sujeto una vez más se negaría rotundamente a reconocer el hecho de que todas las copias de ese mismo disquete que tenía estaban cagadas y haciéndose el otario nos volvía a vender una versión pinchada del juego. Si bien los usuarios de PC la tenían más facil, ya que el Beneath les entraba en apenas 6 disquetes de los blanditos, seguían siendo unos tristes tipos con computadoras que tenían nombre de linea de colectivo.
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Lo que antes te ocupaba 15 disquitos ahora te lo bajás en 15 segundos para jugar en el teléfono |
Tanto el argumento como los personajes son buenísimos y poco tienen que envidiar a la verdadera literatura del género, coincidiendo con el decaimiento del cyberpunk en los países de lengua sajona, que aun se demoraría algunos años hasta llegar a nuestras orillas. Nota mental: si para vos este término todavía es sinónimo de Bubblegum Crisis, Chispiluz, Matrix o un video de Billy Idol, te recomendamos que te alejes de tanta superficialidad y te internes de una buena vez en la literatura de Neal Stephenson (¡no, el de la Isla del Tesoro no, bestia!), Rudy Rucker, Bruce Sterling, Fernando Bonsembiante y hasta John Varley les diria.
Pero volviendo a lo que nos convoca y como contarles toda la historia nos da fiaca -la del cyberpunk también, pero hoy en especial la de este juego- sepan que la cosa la va de 'personal odisea mega post apocalíptica tecnológica', donde el prota Rober Foster y su poco confiable asistente mecánico Joey deberán descifrar los secretos de un nuevo orden totalitario australiano donde no encuentran cabida ni explicaciones pero si muchísimas situaciones divertidas.
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Toda semejanza con el robo de los hermanos Guachosky tira error de redundancia. |
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El juego usaba el sistema Virtual Theatre de Dario Vittori (TM) que era como un Scumm (TM) más flojo. |
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¡Por Dios Donovan, hacen comida! |
Algunos tramos de esta nota son verídicos, es sabido que Pato Land nunca pudo terminar este juego en Amiga porque tenia el disquette siete pinchado. La nueva versión tampoco le sale porque se quedo trabado en la parte de la cinta transportadora.
3 comments:
Jaja, google leyó tu nota y puso una publicidad al lado de "Proteja su inversión en acero: Galvanice por inmersión en caliente"
""¡Por Dios Donovan, hacen comida!""
Headshot nostálgico.
Lo estoy jugando iPod Touch (los retrogamer tienen smartphone, los salames una cajita negra con pantalla que reproduce mp3)
No va que ni bien arranca el protagonista se esconde en unos caños y piensa "Esto tipos quieren COGERME, debo hacer algo!"
Me estoy riendo como un nene. No puedo ser tan bobo.
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