Arcadia-Eki: Cementerio de Corazones


Raro seguir la cobertura de la QuakeCon la semana pasada. Raaaaaro. Porque en este último lustro quedo clarísimo que id software perdió su legendario dominio sobre los grandes juegos de tiros. Entre Call of Duty, Gears of War, Halo, Killzone y la infinidad de juegos empujados por el Unreal Engine, la huella de los padres del juego de acción en primera persona está cada vez más borrosa. Me arriesgo a decir que el ultimo verdadero juego de id fue Doom 3 en 2004, que no fue exactamente el punto más alto de la serie. Apenas merecen mención esas “co-producciones” como el ultimo Wolfenstein y Quake 4.


Sin embargo acá la tenemos todos los años a la QuakeCon, una suerte de campeón moral auto-proclamado de la pasión gamer. Antiguamente era una semana con una LAN mortal, un par de torneos rarísimos, John Carmack hablándole a sus fieles y algún tráiler o anuncio violentamente especifico como un map-pack de Enemy Territory. Hoy se convirtió en mitad tour de la lealtad PC y mitad evento de prensa de Bethesda, que no está para nada mal. Además, aguante la bizarreada de mirarte el discurso de Carmack mientras Steam te ofrece Ultimate Doom a siete dólares.

Pero lo que todavía me genera algo raro es que al público le sigue encantando la QuakeCon y que continua siendo un lugar que ofrece sano culto a un amor muy particular. Viendo a todos esos pibes con las maquinas modeadas en su torneo delirante de Quake Live, sonrientes y chochos de la vida, me mata de la envidia. Ellos tienen la suerte que ese primer romance todavía vive, o al menos se dedica una semana todos los años para celebrar los viejos tiempos.

Como muchos otros, tuve la suerte de sentir la chispa de la obsesión dentro de un Sacoa. Supongo que a mucha gente le paso escuchando a Bob Dylan, viendo un gol de su equipo de local o entrando a alguna catedral, a mí me paso mirando cómo la gente jugaba Hang-On. Dos motos imposiblemente rojas balanceándose rítmicamente de lado a lado casi. Sobre ellas dos pibes con la vista perdida en las pantallas incrustadas en el plástico rojo, absortos en una acción de colores que desde lejos parecía demencial. Yo tendría tres o cuatro años, mi mente exploto instantáneamente.

Pero la experiencia que me llevo a la pasión no llegó con vida a nuestros días. Los milagros de la emulación funcionan como museos de historia, hablan tanto del folclore árcade como una muestra de momias habla sobre una civilización. La era árcade fue una época de miserias, de robar vueltos, mentir mucho y hacer trampa en cuanta maquina sea posible. Pero también fueron días donde todo era posible, donde el boca a boca era un arte y jugar se podía convertir en una performance.

Me costó reconocer que la devoción a esta fe arcadosa dejó de tener su encanto. Paso de ser una credencial, ligeramente elitista, de aquel que no se olvida que todo esto antes tenía otro significado, a una horrible marca de fuego en el alma, un recuerdo triste que no habla sobre un romántico sino de un corazón roto y nunca reparado.

Me di cuenta que todo se había acabado el año pasado, cuando por suerte divina tuve la oportunidad de viajar a Japón, cuna de todo lo que es arcadoso y supuesta Santa Sede de la Máquina Recreativa. Entre templos y restoranes, hice todo lo posible para participar en la mayor cantidad y variedad de turismo gamer que pude, confiado que reemplazando la variante geográfica a la ecuación podía tomarme el DeLorean y entrar en un mundo alternativo donde los arcades aun existen como yo los recordaba.
Nop.
Todo lo que uno escucha sobre Japón posiblemente sea cierto, pero el diablo esta en los detalles. En ese punto donde la expectativa optimista se encuentra con la realidad inesperada, los arcades nipones logran sorprender y decepcionar al mismo tiempo. Hay un montón de locales, esto es cierto, pero la inmensa mayoría está poblado únicamente por cabinas fotográficas rarísimas, juegos de grúa con peluches y dulces y maquinas dudosas con tipos jugando a las cartas por Internet. Caminando por Akihabara me topé con un CLUB SEGA enorme, pero adentro no había ni un solo Virtua Fighter, tan solo un montón de maquinas expendedoras raras y, extrañamente, un arcade malísimo de Mario Kart.

Explorando fui encontrando algunos bolichones más tradicionales y vi cosas más familiares. Juegos viejos de todo tipo en Super Potato, maquinas de Street Fighter IV con pibes jugando versus y hasta uno de tiros online de Sega (Border Break) con bastantes espectadores comentando la partida. Hasta me pase una tarde entera (medio lluviosa) con la máquina de Gundam (que es una cabina cerrado una pantalla de 180º y Mobile Suits de Universal Century) y sentí algo parecido a la primera vez que vi un Rad Mobile en los Giocco de Callao y Córdoba.

Callao y Córdoba, año 2120.
De todas maneras, inclusive en los pocos locales que atraen a un público jugador especifico y no al grupo genérico de amigos/as al pedo, no vi nada que tenga que ver con la experiencia que yo reconozco. Las partidas de Street Fighter IV se dan entre personas que nunca se ven la cara, porque se juega en dos maquinas separadas. No hay interacción entre jugador y espectador y nadie se pone a charlar después de haber jugado una partida interesante. No encontré intercambio de halagos, insultos, trucos y anécdotas poco verosímiles. El folclore que yo extraño no está y posiblemente nunca existió en este país.

Es esa la realidad que hace que QuakeCon me resulte un poco doloroso, funciona como un recuerdo de que no hay peregrinaje posible para mi calaña. No tenemos ese reencuentro anual con la ex que nunca dejamos de querer, nuestra Meca dejo de existir hace más de diez años y seguramente nunca volverá. Por más que uno vaya a PAX y la pase bárbaro, algunos siempre vamos a sentir un vacío al pasar frente a todos esos negocios de ropa y cafeterías que antes supieron ser los salones de árcade de nuestra juventud.

Si el tango tuviera forma de videojuego, se llamaría Konil. Encontrá el alma perdida de Juan Pablo Bouquet y jugale unos dobles todas las semanas en Tetabester.com.

6 comments:

Emiliano Arcangelo dijo...

Arcades, acabas de tocar mi parte mas sencible, antes del sega, family o atari yo tube los arcades, mi abuelo me llevaba los findes y cuando creci un poco mas me escapaba con mis amigos a jugar unas fichas, en esa epoca apestaba, pero llegados mis años mosos a finales de los 90 ya pertenecia a esa elite conocida como "los de una ficha" por que juego que agarrabamos con una lo terminabamos o llegabamos tan lejos como se podia. Extraño estar jugando al KOF y tener una multitud atras que espera su turno mientras yo calso combos cortitos pero mortales al jefe final... ahora donde vivo los arcades estan prohibidos (data aca http://www.cdnqn.gov.ar/digesto/digesto/ordenanzas/1707.htm ) y en mi vieja ciudad ya no hay mas casas de fichines, solo quedan algunos locales en otra ciudad cercana, pero son todos mames incrustado en un gabinete de arcade restaorado. Buenas epocas si algun dia encontras un lugar donde se revivan avisame que me voy sin importar cuanta guita me salga!

Pantenegro dijo...

Primero leia y dije "y como salto de una QUAKECON a sacoa?" despues me cerro todo y la verdad que me llego la lectura. lamentablemente si bien soy de esa epoca (y mas alla) Los arcades no despertaron mi pasion fichinera, lo hizo el famili. Los arcades, lo entendi por con el tiempo, despertaron mi pasion por los juegos de carrera. Pero eso de hacer cola para jugar o que vengan a desafiarte no me gustaba. Como dije en otra parte de la pagina, siempre me gusto jugar por jugar y no para ganar. Y eso va en contra del espiritu arcade. Igual era asiduo consumidor de esas malditas maquinas y mas de una vez me olvidaba el cuaderno de comunicados de secundaria arriba de alguna maquina de las TMNT o del Daytona

Konil dijo...

Entiendo que no te guste juagar contra o enfrente de desconocidos, pero no comparto que el espiritu arcade sea jugar para ganar.

Considerando que absolutamente todos los juegos de arcade estan pensados para que te coma la mayor cantidad de fichas, es raro esperar terminar uno en una sola partida. Si lo haces, significa que ya te gastaste un millon de fichas para llegar a ese nivel de habilidad o de conocimiento del juego.

Nada mas puro que, por ejemplo, una partida de pinball. Eso era jugar por jugar en la maxima expresion.

Shingo, lo mismo digo, si encontras un salon de arcades avisame que me mudo donde sea!

Pantenegro dijo...

Bueno, es la impresion que me da, como pobre que soy el perder para mi era perder guita. Por ejemplo en los juegos de pelea perder un vs era perder mi preciada ficha, asi que era ganar o ganar. O algunos juego y sus trucos, por ejemplo el TMNT habia un nivel que si esperabas cierto tiempo en una esquina no aparecian mas enemigos y pasabas de nivel. Osea que jugando de a mas y si me movia era hacerle perder fichas a todo el mundo :D. Medio que era un embole estar dependiendo de trucos para aprovechar de la ficha al maximo. Es mi impresion, despues con las consolas podia boludear tranquilo que lo unico que perdia era mi tiempo

Konil dijo...

Hahaha, totlamente.

Creo que de esos trucos el mas famoso es el de los barriles de Final Fight. Era una maquina que generaba colas y lo hacia todo el mundo, inmediatamente produciendo suspiros de paja en el publico.

Estamos todos de acuerdo que las consolas eran mas practicas, pero en esa epoca no me vas a negar que los mejores juegos eran los de arcade. Por algo la Neo Geo sigue siendo cara.

Pantenegro dijo...

La onda era llegar a tener parecido en casa algo como los arcade.
Recuerdo de gente que mentia diciendo que tenia en la casa x juego de arcade para la atari 2600. O el que mas me acurerdo, que tenia el Kung fu master en un casette. Eran epocas en la que la mentira estaba a la orden del dia y se decia cualquier verdura ja ja ja

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